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Un nuevo paradigma en portería: el guardameta multifuncional.

A pesar de que históricamente el papel del portero de fútbol se ha ceñido casi en exclusiva a la defensa del marco, siendo el área su zona de dominio, en la última década esto ha cambiado. Si bien antes se le contemplaba como una figura disociada del sistema de juego, el desarrollo de modelos tácticos más exigentes y la modificación de algunas reglas que le afectan directamente (fundamentalmente la de la cesión impuesta por la FIFA en 1992) lo han ido integrando cada vez más en la globalidad del juego del equipo. Actualmente sus actuaciones no se basan sólo en “parar las que van dentro”, puesto que además de ordenar a sus defensas debe relacionarse en los distintos momentos del partido ofreciendo soluciones tanto defensivas como ofensivas. Esto implica un mayor número de competencias a desarrollar que afectan a los cuatro componentes a entrenar: el físico, técnico, el psicológico y el táctico. Esta nueva visión del guardameta incide tanto en la forma de comprender como de trabajar en portería. Analizar la acción concreta ligada fundamentalmente a factores técnicos no tiene sentido si no se contextualiza dentro de un sistema complejo y dinámico. En muchas ocasiones hemos alabado un “paradón” bajo palos pero; ¿Qué habría pasado si el análisis realizado de la situación hubiera sido más amplio? ¿Quizá una simple salida producto de una mejor correlación con la defensa habría evitado el susto? Hay un dicho que dice que “vale más prevenir que curar” y en esta demarcación en especial, puesto que la dimensión táctica adquirida en el juego actualmente tiene un papel cada vez más significativo en los equipos. Por este motivo, es fundamental que el portero sepa el modelo de juego llevado a cabo por el entrenador, comprendiendo de este modo los principios tácticos por los que deben regirse sus acciones (“saber sobre el saber hacer”: cómo juega el equipo y por qué debo comportarme así). Trabajar este componente junto al resto de dimensiones (técnica, física y psicológica) a través de situaciones donde se adquieran patrones motrices específicos (destrezas) dentro de experiencias próximas a las situaciones del partido, nos permitirá alcanzar un desarrollo integral del guardameta. De este análisis podemos deducir que ser portero o entrenador específico de porteros no es tarea fácil puesto que son múltiples las variables a tener en cuenta, pero hay que ser positivos pues la propia demarcación da al “principio de especificidad” (dirigido a todas las dimensiones en portería) un valor añadido. En el caso del primero, el que más competencias logre desarrollar más valor futbolísticamente hablando tendrá, puesto que su potencial no estará ligado en exclusiva a una faceta (ser bueno bajo palos ya no te asegura la titularidad). En el segundo, el conocimiento y su aportación creativa le permitirá emplear métodos y técnicas innovadores que tengan como reto la mejora competencial de cada sujeto, entendiéndolo como (Gréhaigne, 2001; Martín Acero y Lago, 2005) un Microsistema (dimensión individual; acciones 1 x 1) integrado en sistemas más complejos: Mesosistema (dimensión grupal, duelos parciales) y Macrosistema (dimensión colectiva, duelos entre equipos).

Jorge Sanmiguel Codina

-Diplomado en Magisterio.

-Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.

-Licenciado en Psicopedagogía y Máster en Intervención Psicológica del Desarrollo y la Educación.

-Tecnico Deportivo Grado Medio en Fútbol.